El Nacimiento de Cristo en la Tradición Siro-Occidental.

Aquél que cabalgaba sobre las nubes hoy gatea como un niño


La Tradición litúrgica siro-occidental celebra el "Nacimiento de nuestro Señor según la Carne", en un periodo litúrgico que se inicia el 25 de Diciembre y dura hasta el 5 de Enero, con dos fiestas: la Felicitación a la Madre de Dios el 26 y la Circuncisión del Señor el 1 de Enero. Los textos del Oficio de la Navidad subrayan muy claramente la divinidad-humanidad del niño nacido en Belén, la elección de las lecturas bíblicas es toda en clave cristológica.

Los textos subrayan con imágenes deliberadamente contrastantes el misterio de la Encarnación del Verbo eterno de Dios: "Tu Hijo, el Primero y el Último, Dios y Hombre, velado y manifiesto"; "Tú que mandas la lluvia y el rocío sobre la tierra, ahora la Hija del hombre te nutre con gotas de leche"; "Tú que te sientas en un trono de gloria y haces mover todas las cosas, ahora gateas en Belén como un niño".

En el Oficio nocturno de la fiesta se encuentran diversos “madrash”- himnos siríacos- atribuidos a san Efrén de Nísibe; en estos, con imágenes teológicamente muy profundas, el poeta teólogo siríaco muerto en el año 373 canta el misterio del nacimiento de Cristo. En el primero, que corresponde también al primero de los himnos sobre la Navidad del mismo Efrén, encontramos, en noventa y nueve estrofas, los grandes temas de la fe cristiana.

El nacimiento de Cristo es el cumplimiento de todas las profecías del Antiguo Testamento que aguardan siempre la venida de Cristo: "La Virgen ha parido al Emmanuel en Belén. La Palabra proferida por Isaías ha llegado a ser hoy realidad. El salmo cantado por David hoy se ha cumplido. La profecía de Balaam hoy ha sido explicada. El Oriente anunciado por Zacarías hoy brilla en Belén. La vara de Aarón ha germinado, su misterio ha sido explicado: el seno virginal ha parido".

Efrén se centra varias veces en dos aspectos importantes. En primer lugar el Nacimiento de Cristo acerca la gloria de Dios y la humildad de la tierra: "Hoy nace un niño, su nombre es Maravilla. Y es una maravilla el que se haya manifestado como un infante". En segundo lugar el tema del Nacimiento virginal de Cristo, nuevo Adán: "El Espíritu Santo dio de ello una imagen en el gusano, que se genera sin unión. Hoy se llega al conocimiento de ese tipo representado por el Espíritu Santo. Adán había puesto la corrupción en la mujer nacida de él. Hoy ella ha disuelto su corrupción pariendo al Salvador. Una tierra virgen había parido a Adán, jefe de la tierra. Una Virgen hoy ha parido al Adán jefe del Cielo".

Durante una veintena de estrofas del himno de Efrén se centra, a partir del Evangelio de Lucas sobre los pastores de Belén, en el tema de la vigilia. La tradición siríaca, de hecho, da a los ángeles y a los monjes el apelativo de "vigilantes", es decir, aquellos que no duermen en la espera del Señor, que Efrén llama también vigías: "Los vigilantes hoy están alegres, porque ha venido el Vigía a despertarlos. ¿Quién dormirá en esta noche en la cual vela la creación entera? Porque Adán había introducido en la creación el sueño de la muerte mediante los pecados, desciende el Vigía a despertarnos del letargo del pecado".

Efrén pone en guardia contra una falsa vigilia y elenca a todos aquellos que vigilan no en la espera de la venida de Cristo sino en vista al pecado: “El ladrón está en vela y medita; también está despierto el glotón; también el rico, cuyo sueño es perseguido por las riquezas; también veló Judas toda la noche para vender la sangre del Justo. Satanás enseña, hermanos míos, una vigilia en lugar de la vigilia, que es, dormir a las cosas buenas y despertar a las odiosas”.

Retomando la imagen de los pastores en el Evangelio de Lucas, Efrén reitera: "Estad en vela, como luces, en esta noche de luz, porque aunque si negro es su color exterior, ella resplandece por su fuerza interior". A través de otro aspecto típico de la tradición siríaca, Efrén introduce el tema de la limpieza de corazón a la que Cristo nos llama a cada uno de los cristianos: "Limpia fue la noche en la cual apareció el Limpio, venido para dejarnos limpios. No introduzcamos en nuestra vigilia nada que pueda enturbiarla. El escuchar de los oídos sea limpio, la vista del ojo pura, el pensamiento del corazón santo y el elogio de la boca pase el filtro".

En las últimas estrofas Efrén canta el elogio de la fiesta: "Este es el día de la salvación; esta es la noche de la reconciliación, la noche de los mansos y humildes; este es el día del perdón y de la reconciliación; este es el día de la venida de Dios junto a los pecadores; este es el día en el cual se hace pobre por nosotros el Rico". Finalmente la última estrofa resume todo el misterio de la salvación: “Hoy es impresa la divinidad en la humanidad, para que la humanidad fuese tallada en el sello de la divinidad”.

El icono de la fiesta en la tradición siro-occidental toma lo disponible de toda la iconografía cristiana oriental y occidental para el misterio de la Navidad: el niño es fajado y colocado en un sepulcro; María recostada contempla al neonato. José en un ángulo, en actitud pensante, mira la escena, en la duda. En el otro ángulo dos mujeres lavan al niño en una palangana que es una fuente bautismal. Los ángeles, en la parte superior del icono, anuncian el nacimiento de Cristo a los pastores y a los magos.

(Publicado por Manuel Nin en L'Osservatore Romano el 25-XII-2009;
traducción del original italiano: Salvador Aguilera López
)