La Crucifixión y la Resurrección en los Himnos de Efrén el Sirio.

Desciende del leño como fruto y sube al cielo como primicia

Efrén el Sirio, muerto en el 373, canta el misterio de nuestra salvación en 35 himnos pascuales que tratan de los ázimos, la crucifixión y la resurrección. En el octavo himno sobre la crucifixión son contemplados los lugares y los instrumentos relacionados a la pasión de Cristo, cada uno de ellos aclamado "dichoso". El jardín de Getsemaní es puesto en paralelo con el jardín del Edén: "Dichoso eres tú, lugar, que fuiste digno de aquel sudor del Hijo que sobre ti cayó. Con la tierra mezcló su sudor para alejar el sudor de Adán. Dichosa la tierra, que Él perfumó con su sudor y que enferma fue curada".
*
El Edén es presentado como el lugar de la voluntad dividida entre el precepto de Dios y la astucia de la serpiente, que en Getsemaní se recompone: "Dichoso eres tú, lugar, porque has hecho gozar al jardín de las delicias con tus plegarias. En éste fue dividida la voluntad de Adán hacia su creador. En el jardín Jesús entró, rezó y recompuso la voluntad que se había dividido en el jardín y dijo: ¡No la mía sino tu voluntad!".



*
También es declarado dichoso el Gólgota: "Dichoso eres también tú, oh Gólgota! El cielo ha envidiado tu pequeñez. No vino la reconciliación cuando el Señor estuvo allá en el cielo. Sobre ti fue saldado nuestro débito. Partiendo de ti el ladrón abrió el Edén. Aquél que fue asesinado sobre ti me ha salvado". Y el buen ladrón es dichoso porque es conducido al paraíso por el Señor mismo.





*
Muy bella es también la imagen, por contraste, entre los que lo traicionaron (Judas), negaron (Pedro) y huyeron (los discípulos) y aquél que desde lo alto de la cruz (el ladrón) lo anuncia, como si Efrén quisiese subrayar que en la cruz el ladrón se convierte en apóstol: "Dichoso también tú, ladrón, porque a causa de tu muerte la Vida te ha encontrado. Nuestro Señor te ha tomado y reestablecido al Edén. Judás traicionó con engaño, también Simón renegó y los discípulos huyendo se escondieron; sin embargo tú lo has anunciado".





*
En el mismo himno Efrén relaciona a José de Arimatea con el esposo de María. El papel de aquél al acoger al neonato, al fajarlo, al verlo abrir los ojos, se convierte, en cualquier modo, en el papel del otro José con Jesús bajado de la cruz: "Dichoso eres tú, que tienes el mismo nombre del justo José, porque amortajaste y sepultaste al Viviente difunto; cerraste los ojos al Vigilante dormido que se durmió y expolió el Sheol".





*
Dichoso es también el sepulcro, seno que encierra para siempre la muerte: "Dichoso eres tú, sepulcro único, porque la luz unigénita surgió en ti. Dentro de ti fue vencida la orgullosa muerte, que en ti el Viviente muerto ha ahuyentado. El sepulcro y el jardín son símbolo del Edén en el cual Adán murió con una muerte invisible. El Viviente sepultado que resucitó en el jardín levantó a aquél que había caído en el jardín".





*
En el primer himno sobre la Resurrección canta el misterio de la salvación: "Voló y descendió aquel Pastor de todos: buscó a Adán oveja perdida, sobre sus propios hombros la portó y ascendió". Efrén relaciona el seno del Padre y el de María y el de los creyentes, preñados del Verbo de Dios: "El Verbo del Padre viene por su seno y revistió el cuerpo en otro seno. Él procede de un seno y de otro y los senos castos fueron llenados de él. Bendito aquél que pusó su morada entre nosotros!".



*
El santo poeta subraya la coherencia de todo el misterio de la salvación hasta la ascensión al cielo: "Desde lo alto fluyó como río y desde María como una raíz. Del leño descendió como Señor y del vientre salió como siervo. Se arrodilló la muerte ante Él en el Sheol y ante su Resurrección la vida lo adoró".





*
En último lugar, la Encarnación es vista como el avecinarse Cristo a la humanidad débil y enferma: "Los impuros no aborreció y los pecadores no esquivó. Gozó mucho de los inocentes y deseó mucho de los simples". Toda la redención está en su hacerse vecino a los hombres para portarlos a su gloria divina: "En el río lo contaron entre los bautizados, y en el mar lo contaron entre los durmientes. Sobre el leño como muerto y en el sepulcro como un cadáver. ¿Quién ha hecho esto por nosotros, Señor, como tú? El Grande que se hace pequeño, el Vigilante que se durmió, el Puro que fue bautizado, el Viviente que pereció, el Rey despreciado para dar a todos honor".



*



(Publicado por Manuel Nin en l'Osservatore Romano el 24 de Abril de 2011; traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)