Miércoles V de Cuaresma - Estación en San Marcelo "al Corso"

De una primera basílica, orientada al lado opuesto de la actual, ya se habla en el siglo VII. El actual templo de San Marcelo es muy rico en obras de arte. De su reconstrucción tras el incendio de 1519, que lo destruyó completamente, destacan los frescos de Pierin del Vaga y de Daniele da Volterra, de Pellegrino Tibaldi y de Federico Zuccari. Virginio Vespignani en 1874 restauró con gran maestría el templo en la armonía de las líneas queridas por Jacopo Sansovino. A la entrada se puede ver la tumba del Cardenal Michiel, erigida sobre montones de libros de mármol para indicar los 730 códices donados por él a la iglesia. Se pasa a la capilla del gran Crucificado de madera de 1400, que permanece intacto del incendio, y que está sobre un altar enriquecido por reliquias de mártires. En el centro reposa el pontífice Marcelo, cuyo nombre está asociado además a la matrona Lucina, que tuvo aquí su morada y que después convirtió en iglesia, donde probablemente aquel pontifice ejercitó su alto ministerio. Pero el emperador Magencio condenó aquella habitación transformándola en establo. San Marcelo murió aquí entre las bestias del "catabulum", y la misma Lucina quiso sepultarlo en el cementerio de Priscila, por esta razón más adelante sería traído de nuevo a su título. La liturgia de hoy en esta iglesia estacional es una suma de pasión y resurrección. Habla con muchos acentos de la muerte de Cristo, pero con matices de su triunfo.
* (Traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)