Homilía sobre la Sepultura del Divino Cuerpo del Señor (IV)

Introducción
 
Por su belleza singular, dejamos esta pieza aislada. Es una concatenación entre la humillación del Viernes Santo y la gloria que Cristo realiza en el Hades con los primeros Padres. Nótese cómo juega con la paradoja de la vejación del Viernes y la gloria que ya revela desde el Sábado Santo, y la fuerza con que Cristo ya actúa. Igualmente, nótese el ritmo que dibujan la repetición de la indicación del tiempo. «Ayer» se refiere al Viernes Santo, a la Pasión del Señor hasta la muerte en Cruz. «Hoy» se refiere a la situación victoriosa de Cristo que todavía no se manifiesta visiblemente porque no ha resucitado corporalmente, lo cual tendrá el «Domingo».
 
El Sábado Santo se dibuja como un día glorioso para la Persona de Cristo en su humanidad, pero sólo en el alma. Por ello, todavía no entonan las alabanzas propias de la Pascua, que celebran la victoria total de Cristo en su humanidad, en su alma (hoy) y en su cuerpo, el «domingo»: con la resurrección corporal milagrosa y con la evangelización de los fieles difuntos anteriores a la Encarnación de Cristo (cf. 1Pe 4,6).
 
Prosigue el Sermón atribuido a San Epifanio de Chipre
sobre el Grande y Santo Sábado (I,20–II,1).
 
¿Qué, pues?
En una palabra: ¿salva a todos el Dios que se ha manifestado en el Hades?
No, sino que también allí sólo a quienes tuvieron fe.
Ayer [se mostraba] lo relativo a la Economía,
hoy lo relativo al poder.
Ayer, lo propio de la debilidad;
hoy, lo propio de la Señoría.
Ayer, se mostraba lo propio de la humanidad;
hoy, lo propio de la Divinidad.
Ayer fue abofeteado;
hoy con el resplandor de la divinidad Él golpea al domicilio del Hades.
Ayer Él era encadenado;
hoy con grilletes irrompibles encadena al Tirano.
Ayer era condenado,
hoy a los condenados les otorga la gracia de la libertad.
Ayer los siervos de Pilato lo hicieron objeto de burla;
hoy los porteros del Hades, al verle, se estremecen.

Marcos Aceituno Donoso